lunes, 5 de septiembre de 2011

Doscientos años en busca de la densidad nacional


Doscientos años de historia económica y política argentina dejan al descubierto la búsqueda de la inserción en el mercado mundial como país globalizado.
De esto se trata la aplicación del concepto de densidad nacional entendiéndolo como la capacidad de los países para consolidar su modelo de acumulación para luego poder salir al mercado, sin que eso signifique la subordinación a los intereses de los países centrales.
No es fácil resumir la historia que nos antecede, pero si pueden reconocerse  en ellas dicotomías históricas que obstruyeron la cohesión social necesaria para la inclusión de toda la población en los frutos del crecimiento.
Esta es la creación de un “nosotros” y un “ellos”, comenzando desde la diferenciación entre civilización y barbarie en los inicios de la nación, seguido por la diferenciación social entre argentinos e inmigrantes y siguiendo así por la existencia de elites y clases terratenientes.
Estas divisiones sociales y económicas desde la aparición de actores socioeconómicos como la sociedad rural argentina son las que llegaron a armar estructuralmente una economía en el país donde es más probable que prevalezcan los intereses egoístas por sobre las demandas que garantizan el bienestar de la población en su conjunto.
Estas divisiones, que como dijimos antes no son solo sociales, empiezan a manifestarse a raíz de las diferencias ecónomicas, y no es casualidad que a lo largo de dos siglos se manifiesten claramente dos modelos económicos opuestos entre sí.
El primero es el modelo agroexportador caracterizado por el liberalismo, la mínima presencia del estado, la existencia de una clase terrateniente, la importación de bienes industriales, la dependencia de Gran Bretaña y luego de Estados Unidos, el endeudamiento externo, la especulación financiera y principalmente la exportación de granos y ganado.
Este se vio reflejado en periodos largos y de mayor duración, en la existencia de gobiernos conservadores y con circunstancias mundiales diferentes, estos son: de la revolución de mayo en 1810 hasta la depresión de 1930 y de la dictadura militar de 1976 hasta la recomposición de la crisis del 2001 en el 2003.
El segundo es el modelo industrial basado en la industrialización como política de estado, el crecimiento y la inclusión social, la autonomía económica, las empresas estatales, la presencia de un estado interventor, las políticas económicas desde el banco central, tecnificación, diversificación e integración y nacionalización de los servicios.
Los periodos en donde se ven claramente estas características son: desde la depresión de 1930 hasta la dictadura de 1976, sobre todo en los gobiernos peronistas donde se hace hincapié en la justicia social y de la recomposición del 2003 hasta la actualidad en la reactivación de la economía argentina.
Que hayamos oscilado entre estos dos modelos y cambiado bruscamente uno por el otro en varias oportunidades hizo poco confiable y equilibrada la estabilidad institucional necesaria para consolidar el modelo de acumulación adecuado, lo que llevó por lo tanto que nunca se logre la independización económica.
Es por esto que no conseguir liberarse de la dependencia como país periférico hizo que nunca se vea presente el liderazgo nacional a nivel mundial; a pesar de que alguna vez se nos haya llamado “granero del mundo”. Este concepto histórico que muestra la prosperidad del modelo agroexportador no es del todo cierto ya que en tiempos de primera guerra mundial no fuimos los mayores proveedores de materia prima, si no los terceros antecedidos por países centrales. Por ende, este papel en la división internacional del trabajo , marcó nuestra economía pero nunca nos permitió consolidarnos ni internamente, ni exteriormente.
Pero la búsqueda de un rol en el panorama mundial no puede ser concretada si antes no se unifica la visión nacional y esto, acompañado de todo lo antes mencionado, hace que los intereses no estén claramente identificados.
A través de la falta de cohesión social anteriormente explicada y las grandes oposiciones entre actores económico-sociales presentes a lo largo de toda nuestra historia, inclusive en el antagonismo de modelos económicos, puede entreverse la falla en la intención de la nación en su conjunto para crear una visión progresiva e inclusiva que permita la redistribución de los ingresos que logre que toda la población en su conjunto se consolide bajo el bienestar.
Tomando nuestra historia más contemporánea y buscado conclusiones sobre la presencia de densidad nacional a lo largo de toda la anterior puedo marcar como punto culmine de la crisis del modelo agroexportador y la dependencia nacional el conflicto vivido en el 2001 como producto de la convertibilidad ecónomica en la política de estado de la década de los ’90.
La falta de confianza de la población en el mercado, pero por sobre todo en la política llevó a la búsqueda de una nueva solución para ir en busca, nuevamente, de la densidad nacional.
Es así que a partir del 2003, donde comienzan a abandonarse los dictados internacionales, especialmente del Fondo Monetario internacional y se fomenta el crecimiento de producción industrial, interno y del empleo, se vislumbra un nuevo intento de consolidar un modelo industrial que logre los objetivos de la independización económica.
La fuerte aparición del estado en la distribución del ingreso y los derechos básicos como salud, vivienda, educación, trabajo y seguridad social motivó que las relaciones internacionales pasaran de ser de sometimiento con los países centrales a pares con los países sudamericanos con los que se comparte una economía en común.
Más allá de todo lo descripto, creo finalmente, que si bien estamos encaminados hacia la consolidación del modelo, no logran cumplirse todos los componentes necesarios para construir una verdadera densidad nacional.
Es fundamental incluir, además de a las industrias, a la sociedad rural argentina y a los medios hegemónicos de comunicación en una misma visión nacional, que defienda los intereses generales por sobre los particulares. Esto no quiere decir que todos compartan una misma ideología política-economica, pero si comprende una búsqueda en conjunto de mantener la estabilidad institucional y la cohesión social en la que no se cree un “nosotros” y un “ellos”, para poder conseguir y consolidar un modelo económico proteccionista que nos permita fortalecer nuestro liderazgo nacional para poder ser autónomos en el mercado mundial al que pertenecemos.